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Baúl de estrategias para criar en positivo


Una caja de herramientas personal para la educación de nuestros hijos.

Así como un plomero no iría a su trabajo sin sus herramientas los padres necesitamos contar con ciertas herramientas que resulten adecuadas para criar niños. Como dijéramos en un principio, podemos no estar conscientes de las herramientas que hemos heredado de nuestros propios padres y de nuestro contexto social y cultural. Es entonces cuando seguimos “mandatos” que no son en sí ni buenos ni malos. Si todo funciona bien, ¡adelante! Quiere decir que el amor está “en orden” en nuestra familia y nuestra tarea de educar a los hijos se da de una manera saludable y natural. Pero ya hemos visto que esta suele ser la excepción y no la regla. Por este motivo es que nos interesamos en compartir experiencias de crianza con otros padres, pedimos asistencia a profesionales cuando lo creemos necesario y buscamos ampliar nuestros recursos con lecturas como la de este libro.

Luego, con la información y las experiencias que adquirimos sacamos nuestras propias conclusiones y ajustamos nuestras estrategias con el deseo de enriquecer nuestros recursos para la crianza y aportar una buena base para el desarrollo y la felicidad de nuestros hijos.

Este es un proceso siempre personal y mientras más dedicación pongamos en comprendernos a nosotros mismos y a nuestro sistema familiar, más adecuados nos resultarán los resultados que alcancemos. No existe una única fórmula de educar a los hijos en general, pero sí existe una forma única y especial de educar a nuestros hijos: la nuestra.

Si vemos una caja de herramientas muy surtida (o para el caso, un portacosméticos bien provisto) sabremos que su dueño o dueña está determinado a alcanzar los mejores resultados usando los instrumentos más adecuados. Aunque no es suficiente tener la mejor llave inglesa para saber cómo hacer una instalación sanitaria. Y tampoco es necesario tener toda una ferretería para poder colgar un cuadro. Debemos contar con la combinación adecuada de herramientas y experiencia para poder hacer un buen trabajo. Como padres también necesitamos hallar este equilibrio.

Si nos limitamos a llenarnos de información sobre la educación de nuestros hijos es posible que comencemos a llevar a un plano intelectual muchos aspectos que sería mejor que reflejaran el nivel del amor y de la intuición y no tanto nuestra capacidad de razonamiento lógico.

Si esto sucede podemos llegar a complicar las cosas un poco más de lo que naturalmente son, analizando cada pequeño detalle de la vida como un evento a ser estudiado y optimizado. Estamos queriendo hacer lo mejor por nuestros hijos, eso está claro. Pero si aliviamos la sobrexigencia con nosotros mismos esto redundará también en una infancia más aliviada para ellos. Las siguientes pautas pueden ayudarnos a prevenir o subsanar esta dificultad:

  • tomar la información (las herramientas) de a pequeñas partes: es el mejor método para evitar la indigestión informativa y poder absorber mejor los aportes de cada teoría. Mi maestro decía que el exceso de información que no se pone en práctica causa alergia. Es conveniente preservarse de la confusión e irritación que este exceso innecesario genera.

  • incorporar solo aquellos conceptos y estrategias con los que sintamos afinidad, por muy eminentes que sean quienes nos quieran convencer de lo contrario: no existe una profesión que iguale los desafíos que implica criar hijos… incluso los expertos investigadores tienen que vérselas con esta realidad en sus propias casas. No porque el consejo venga de alguien que admiramos quiere decir que tenga que ser verdad para nosotros.

  • poner en práctica los nuevos conceptos de a uno por vez y observar si nos resultan efectivos: si aplicamos todo al mismo tiempo generaremos cambios abruptos en el estilo de crianza, desorientaremos a nuestros niños por la modificación masiva de los hábitos del hogar y a la larga no lograremos deducir cuál de todas las estrategias fue la que no funcionó y cuál sí dio resultado. Si hallamos una estrategia que nos parece una genialidad, démosle la oportunidad que se luzca durante un tiempo antes de incorporar nuevos cambios. Puede que hayamos encontrado nuestra piedra filosofal de la crianza… o que una vez más comprobemos que no todo lo que brilla es oro…,

  • confiar en la propia capacidad más que en las opiniones ajenas: son muchos los que quieren opinar acerca de nuestros niños, de cómo criarlos, de lo que demos y no debemos hacer con ellos, en general las personas que ya han hecho antes el trabajo de educar a sus hijos y muy especialmente nuestras propias madres y suegras. Pero en primera y última instancia somos nosotros los responsables de la crianza de nuestros niños y es bueno recordarlo. Podemos escuchar sus datos magistrales amablemente o ponerles un límite si lo creemos necesario, pero lo que no podemos hacer es darnos el lujo de dejarnos arrastrar por las opiniones ajenas como una hoja de otoño a merced del viento. Nuestros hijos nos necesitan y el tiempo para criarlos es ahora. Si la vida nos dio esta oportunidad, ¿no nos va a haber dado la capacidad para lograrlo?,

  • desarrollar un criterio personal a partir de la experiencia. Nuestra familia es única, al igual que nosotros y que nuestros hijos. Solo nosotros somos los que sabemos realmente lo que nuestros hijos necesitan. Podemos pedir ayuda y buscar excelentes orientaciones para una mejor educación de nuestros hijos. Pero siempre deberemos ser nosotros los que pongamos a prueba las ideas y evaluar su pertinencia para nuestra familia basándonos en la experiencia que tuvimos. De este modo podremos utilizar nuestro criterio personal para alentar y enriquecer la cultura familiar con herramientas personalizadas y efectivas.

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